lunes, 21 de marzo de 2011

El Anillo del Rey

Este es un cuento precioso que me ha ayudado muchas veces, tanto en los momentos difíciles, como en los momentos buenos.  Espero que disfrutéis de él y os ayude a vosotros también.

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:

- Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total...

Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.

El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:

-No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje –el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey-. Pero no lo leas –le dijo- manténlo escondido en el anillo. Abrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación-.

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino...

De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso:

Simplemente decía “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”.

Mientras leía “esto también pasará” sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.

El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo.

El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:

-Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.

-¿Qué quieres decir? –preguntó el rey-. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.

-Escucha –dijo el anciano-: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado.

Entonces el anciano le dijo:

-Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.

miércoles, 16 de marzo de 2011

La Fórmula de la Ilusión

Queridos amigos y amigas,

Me complace anunciaros que el próximo día 31 de Marzo organizo una conferencia con Fernando Botella.


  “Al igual que un mago trabaja con la ilusión para conseguir un efecto memorable en sus
 espectadores, las empresas deben esforzarse en lograr el mismo impacto en sus públicos;
 para que sus clientes no les olviden, para que sus empleados estén comprometidos. Ésta
 es la magia más importante, la gestión de la ilusión como herramienta competitiva en las
 organizaciones”. - Fernando Botella

Fernando compartirá con nosotros algunas ideas clave de su último libro, ¨La Fuerza de la Ilusión¨. Mensajes tan potentes como la importancia de nunca perder la ilusión y el pensamiento positivo.

No dudéis en preguntarme si necesitáis más información.

Será un enorme placer poder veros allí.

Un fuerte abrazo...Teresa



martes, 15 de marzo de 2011

viernes, 11 de marzo de 2011

La Regla de las 24 Horas

Don Shula, un famoso entrenador de fútbol Americano, mantiene el record de la liga NFL con 347 partidos ganados a lo largo de su carrera.  Cuando le preguntan... ¿Cómo lo has hecho?  Él contesta que mirando hacia el futuro, hacia el próximo reto en vez de estancarse en el último partido ganado o perdido. Shula tenía una regla que usó durante toda su carrera, ¨La Regla de las 24 horas¨.  Con esta regla dejaba que el equipo celebrase la victoria o se lamentase de la derrota durante 24 horas.  Les animaba a sentir sus emociones, pero solo durante ese periodo de tiempo. Al día siguiente, borrón y cuenta nueva, era el momento de dejarlo pasar y empezar a concentrar toda su energía en el próximo partido. Su filosofia era si mantienes tus victorias y fracasos en perspectiva, a la larga conseguirás mejores resultados.

¿Qué os parece esta regla? A mi me gusta, me parece una buena forma de no ignorar nuestras emociones y a la vez no estancarnos en el pasado. ¿Cuántas veces nos hemos sentido derrotados por un fracaso, con ganas de rendirnos y tirar la toalla, solo para darnos cuenta al dia siguiente o un par de días más tarde que nuestra suerte ha cambiado?

Cada 24 horas tenemos un nuevo día, con nuevas posibilidades, una nueva oportunidad.  Si elegimos recrearnos en los fracasos del día anterior, nos arriesgamos a pasar por alto las nuevas oportunidades que este nuevo día nos presenta.  Afectará directamente en nuestra energía, entusiasmo, y en cómo nos relacionamos.  Tenemos que salir de ahí.  No dejar que una piedra en el camino se convierta en un desvío. 

Al igual que cuando tenemos una victoria,, no conviene perder mucho tiempo celebrándola. Ya que estás en racha....celebra, date un descanso y al día siguiente hazlo mejor que el día anterior.  No pierdas el ímpetu durmiéndote en los laureles. 

Con esta regla, tanto si te lamentas, como si celebras, tus derechos caducan a las 24 horas. Esto te permite empezar cada día de nuevo.  Quédate con las lecciones del pasado, aprende de los éxitos y de los errores, pero no vivas en el pasado.  Construye sobre lo que ya sabes para no volver a cometer los mismos errores.  Aprende algo nuevo todos los días.

Y recuerda....

Cada 24 horas tienes la oportunidad de crear el mejor día de tu vida.

Si vives en el pasado, no tendrás mucho futuro y....
 te perderás el presente.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Acabar con el AMOR

El Día que Intentaron Acabar con el AMOR

Hubo una vez en la historia del mundo, un día terrible en el que el odio, que es el rey de los malos sentimientos, los defectos y las malas virtudes convocó a una reunión urgente con todos ellos.

Todos los sentimientos negros del mundo y los deseos más perversos del corazón humano llegaron a esta reunión con curiosidad de saber cual era el propósito.

Cuando estuvieron todos, habló el Odio y dijo: “los he reunido aquí a todos porque deseo con todas mis fuerzas matar a alguien".

Los asistentes no se extrañaron mucho pues era el Odio que estaba hablando y el siempre quiere matar a alguien, sin embargo todos se preguntaban entre si quien seria tan difícil de matar para que el Odio los necesitara a todos.

¨Quiero que maten al Amor¨, dijo. Muchos sonrieron malévolamente pues más que uno le tenía ganas.

El primer voluntario fue el Mal Carácter, quien dijo: ¨Yo iré, y les aseguro que en un año el Amor habrá muerto, provocaré tal discordia y rabia que no lo soportará¨. Al cabo de un año se reunieron otra vez y al escuchar el reporte del Mal Carácter quedaron tan decepcionados. Lo siento, lo intenté todo pero cada vez que yo sembraba una discordia, el Amor la superaba y salía adelante.

Fue entonces cuando muy diligente se ofreció la Ambición, que haciendo alarde de su poder, dijo: En vista de que El Mal Carácter fracasó, iré yo. Desviaré la atención del Amor hacia el deseo por la riqueza y por el poder. Eso nunca lo ignorará. Y empezó la ambición el ataque hacia su víctima quien, efectivamente cayó herida, pero después de luchar por salir adelante renuncio a todo deseo desbordado de poder y triunfó de nuevo.

Furioso el Odio, por el fracaso de la Ambición envío a los Celos, quienes burlones y perversos inventaban toda clase de artimañas y situaciones para despistar el amor y lastimarlo con dudas y sospechas infundadas. Pero el Amor confundido lloró, y pensó, que no quería morir y con valentía y fortaleza se impuso sobre ellos y los venció.

Año tras año, el Odio siguió en su lucha enviando a sus más hirientes compañeros, envío a la Frialdad, al egoísmo, a la Indiferencia, a la Pobreza, a la Enfermedad y a muchos otros que fracasaron siempre porque cuando el Amor se sentía desfallecer tomaba de nuevo fuerza y todo lo superaba.

El Odio convencido de que el Amor era invencible les dijo a los demás: Nada que hacer. El Amor ha soportado todo, llevamos muchos años insistiendo y no lo logramos. De pronto de un rincón del salón se levanto un sentimiento poco conocido y que vestía todo de negro y con un sombrero gigante que caía sobre su rostro y no lo dejaba ver. Su aspecto era fúnebre como el de la muerte: "Yo mataré al Amor", dijo con seguridad.

Todos se preguntaron quien era ese que pretendía hacer solo, lo que ninguno había podido. El Odio dijo, ¨ve y hazlo¨.

Tan solo había pasado algún tiempo cuando el Odio volvió a llamar a todos los malos sentimientos para comunicarles después de mucho esperar que por fin EL AMOR HABIA MUERTO.

Todos estaban felices pero sorprendidos. Entonces el sentimiento del sombrero negro habló: ¨Ahí les entrego el Amor totalmente muerto, destrozado y sin decir más se marchó.

¨Espera¨, dijo el Odio, en tan poco tiempo lo eliminaste por completo, lo desesperaste y no hizo el menor esfuerzo para vivir. ¿¿Quien eres??
El sentimiento levantó por primera vez su horrible rostro y dijo:

SOY LA RUTINA.

¿Y tú? ¿Qué AMOR estás matando hoy?
 ¿El de tus clientes, el de tus empleados, el de un amigo, el de tu pareja, el tuyo propio? 

martes, 1 de marzo de 2011

Bondad, Gratitud y Amor


¨Como profesor, no me gusta esto, pero las virtudes cerebrales - la curiosidad y la pasión por el aprendizaje - están menos ligadas a la felicidad que las virtudes interpersonales como la bondad, la gratitud y la capacidad de amar.¨

Martin Seligman,
 padre de la Psicología Positiva