Este verano estaba en la playa tranquilamente leyendo cuando me atrajo la atención 3 niños de unos 8 ó 9 años saltando una gran montaña de arena que habían hecho. Corrían y saltaban con todas sus ganas para pasar por encima de la montaña sin tocarla. Cada vez que superaban la prueba le ponían más arena para hacer la montaña más alta.
Como espectadores, tenían a un grupo de padres que cada vez que saltaban les señalaban los fallos que habían cometido. (Le has dado con el pie, no levantaste las piernas bastante, te lo has tragado, que malo eres, etc.). Era un grupo muy dispuesto a que no se pasase por alto ni el más mínimo fallo.
Los resultados fueron claros. Los mayores no tardaron en dejar de saltar y el pequeño saltó durante un buen rato. Cuando se cansó lo dejó, pero intermitentemente a lo largo de la tarde volvía a la montaña para recibir la mismas fiestas de los adultos.
Esto me hizo cuestionarme, ¿A que edad empezamos a criticar a los niños en vez de apoyarlos y animarlos? ¿A que edad deberían de ya saber hacer las cosas? ¿A que edad empezamos a centrarnos en las debilidades en vez de las fortalezas? En este caso, está claro que es entre los 2 y 8 añitos.
Y esto me lleva a hacerme las siguientes preguntas...¿Cuáles son los resultados de recibir criticas constantemente? ¿Cuantas veces lo vemos y, SI, hacemos en nuestros hogares, en los colegios, en el entorno laboral, y con nosotros mismos?
¿Te has visto reflejado? ¡Yo sí!